24.2.06

Paradojas

El Ayuntamiento de Barcelona, con Joan Clos Van Dame a la cabeza, ha decidido combatir los anuncios publicitarios que, cual parásitos, se nos instalan en los parabrisas del coche. Buena iniciativa, pienso, tan acostumbrado yo a quitar anuncios de inmobiliarias en la luna de mi citroen. Lástima que no haya encontrado otra forma de dar a conocer la iniciativa. Se le ha ocurrido la maravillosa idea de anunciarla a través de molestos papelitos que, con igual intensidad, se agarran al parabrisas. Tampoco me sorprende, viniendo de quien viene, de un alcalde ¿socialista?.

22.2.06

Diane Arbus

16.2.06

En los reinos de taifa, Juan Goytisolo

«El territorio al que lentamente accedía exigía una renuncia completa a cuanto no engarzaba con él. La conciencia de perder miserablemente el tiempo en cosas que no me incumbían y con personas que no me importaban, aceleró todavía el extrañamiento. La nueva concepción de la literatura exigía una entrega absoluta, hacer tabla rasa del universo anterior. Cambiar de vida al cambiar de escritura»

14.2.06

Dulces tardes de café

Mi amiga Ana Marco, todavía en Granada, me explica que la lectura del blog es la mejor forma de continuar con aquellas tardes de café, que no sé si hubo muchas, sí, en cambio, que fueron inolvidables. Si esta isla sirve para charlar en la distancia, algo habremos conseguido. Además, me enorgullece tenerla cerca, primero porque es una gran amiga y segundo porque estoy seguro de que es una de las investigadoras más competentes en su campo, a medio camino entre México y su monumental terraza a los pies de la Alhambra, donde una vez nos sorprendió con un opulento aperitivo, principalmente de comida árabe, y una improvisada velada musical. Sigo allí.

10.2.06

El círculo

Los caminos de la creación son inescrutables. Ayer mismo continué mi novela y pude comprobarlo de primera mano. Tenía a un personaje, Enrique Ariza, viajando a una ciudad que desconocía, aunque le hubieran hablado de ella. Cruzó la península intentando conciliar el sueño y, al despertarse, descubrió con agrado que a su viaje tan sólo le quedaba un par de paradas. Al bajar del tren, se encontró en una ciudad diferente, y no en la que en un primer momento había imaginado, a saber, sureña, seguramente Málaga o Granada. Sin embargo, al desplazarse de la estación de tren hasta la de autobuses sabía que en nada tenía que ver con cualquiera de estos dos lugares. Cuando le propuse pasear por las calles aledañas a la estación, descubrí que aquel plano respondía a un barrio concreto, Miralvalle. Observó la ciudad a lo lejos, y yo admití, con discreta satisfacción, que el círculo, en Plasencia, lograba cerrarse.

Fructuoso Gelabert

Sé que la sala de la filmoteca de Catalunya apenas puede albergar a un centenar de personas. Ciento cincuenta, a lo sumo. Sin embargo, no pude entender cómo en aquella sala no estaban todos los barceloneses del mundo. Al menos, deberían plantarse una vez en su vida frente a las imágenes silenciosas de Gelabert, retratando su ciudad con torpeza, con ingenuidad, pero con una intensidad y una pureza inimitable. Las imágenes de un puerto que comienza el nuevo siglo, o de un Paseo de Gracia atravesado en tranvía, tendrían que ser de visionado obligatorio para cualquier oriundo de la zona. Y no sólo hablo de los que llevan aquí toda su vida, sino de los que tratan de comprender su historia a través del pasado, entre otras cosas.

9.2.06

Caricaturas

Lo cierto es que, al final, lo he pensado bastante. Como suele ocurrir en estos casos, basta que reflexiones durante un tiempo para llegar a un punto mucho más desconcertante. Hablo de las famosas caricaturas. En un primer momento, me parecieron bochornosas las imágenes, en donde cientos de miles de personas tomaban la calle como auténticos energúmenos, vociferando y lanzando pequeños proyectiles, verdaderos proyectiles, que alcanzaban a algo más que a una simple embajada, o a una ya consumida bandera. Recordé aquella posición ideológica que nos ha mantenido durante varios años completamente engañados. Es decir, ser amigo de los que son enemigos de tus enemigos. De modo que si buena parte del fundamentalismo islámico son contrarios al imperialismo yanqui, nosotros, los también adversarios, buscamos su alianza y les observamos con auténtica complicidad. Pero la justicia política no tiene que ver apenas con este silogismo, porque, si no, estaríamos justificando crímenes contra la humanidad que nos dejarían completamente absortos.
No obstante, la realidad siempre es más compleja, por desgracia, porque apenas advertimos el juego de intereses que, en democracia, siempre actúa en silencio. No soy un ateo militante, sólo un ateo a secas, y sin embargo aquella viñeta en donde se retrata a Mahoma como un agitador del terrorismo me parece abominable. Nos equivocaríamos al edulcorarlo con el marbete de libertad de expresión. Esto es otra cosa. Esto es un ataque frontal, amparado por un gobierno, el danés, conservador e íntimamente ligado a los movimientos de ultraderecha del país. No olvidemos que ese mismo periódico en donde aparecieron las polémicas viñetas simpatizó, otrora, con el nazismo. Por eso, qué hay detrás de todo esto. A quién le interesa que esta confrontación se explicite en las calles, tomando forma como un animal herido que desafía al aparente mundo civilizado. Además, ¿no resulta curioso que las viñetas fueran publicadas en septiembre y sea ahora cuando se estén cuestionando? Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Una historia verídica

Acontecida hace un par de jueves en la sala de profesores del instituto.

- Por fin tenemos los papeles –anunció una compañera.
- Parece que sí –respondí.
- Ya era hora –repuso.
- Después de tanto tiempo, vienen para quedarse –volví a responder.

Me miró de soslayo, algo sorprendida, mientras yo no quitaba ojo a la foto del archivo de Sant Cugat.

- Espero que repongan los folios de la impresora con más frecuencia, que ya va siendo hora, ¿no te parece? –concluyó.
- ¡Y tanto! –exclamé, y salí de allí disimulando mi estúpida equivocación.

7.2.06

"Las Meninas", Picasso

2.2.06

Macabros

Remito a la entrada de Álvaro (http://mayora.blogspot.com/2006/02/cabreros.html), no por ser uno extremeño, que, aunque duda, lo es, sino por reacción ante el discurso metafórico barato, donde lo que más importa no es lo que se dice, sino quién y cómo lo hace, demostrando que el objeto del discurso es un mero conejillo de indias.

Desengaños

El éxito de Sara Baras en Barcelona ha sido arrollador. Yo mismo lo comprobé en su concierto del pasado jueves 26 de enero. No era para menos, porque es un auténtico acontecimiento verla bailar (volar, para ser más exactos). A ella, y a su impresionante compañía. La acogida que tuvo antes y sobre todo después del concierto fue monumental. De paso, me sirvió para desmentir esa incipiente teoría que intentó desarrollar el programa Aquí hay tomate, y que consistía en la insultante idea de que el pueblo catalán no quería saber nada de la cultura andaluza por negarse a pagar a Isabel Pantoja para que viniera a cantar a un pueblo de Girona. Me consta que el mismo éxito tuvo Estrella Morente, y que tendrá su padre de aquí a unos días. Definitivamente, deberíamos replantearnos a quiénes dejamos ser portavoces. Y no sólo hablo de Jiménez Losantos.

1.2.06

Universitas

Un reciente estudio informa que las universidades continúan ignorando las tendencias del mercado laboral. Además, detecta una falta de información a la hora de adaptar los estudios al marco profesional. El análisis lo llevó a cabo la Agència per a la Qualitat y su margen de maniobra se centró en los centros catalanes. Sin embargo, creo que en nada dista al resto del estado, porque si en algo nos parecemos es, grosso modo, en la dinámica de nuestras universidades. Es decir, poco variaría si la agencia se llamara Informe de Calidad de Andalucía o Estadísticas manchegas, pongamos por caso. En realidad, quien más o quien menos esperaba esta noticia. Salvo a algún despistado, que podría coincidir con el perfil de un estudiante de primero de carrera o de algún otro más despistado aún que mantenga su incorruptible inocencia en pleno doctorado, los más sabíamos de esta preocupante descompensación entre la teoría y la práctica. Y no hablo sólo de la alarmante estadística que sitúa en tan sólo a un veinte por ciento (treinta, las más optimistas) a los licenciados que se ganan la vida ejerciendo una profesión relacionada con sus estudios, sino a la malgastada sicología del recién graduado, que se encuentra ante un percal del que no le hablaron la vez que hizo su primer examen universitario. Esto mismo me comentaba un lingüista de la Universidad de Salamanca, Ciriaco Ruiz, un tipo muy interesante y una gran persona, dicho sea de paso (lástima que ya me quedara tan poco para acabar cuando lo dijo). Porque el panorama es, cuando menos, inquietante, al menos en mi especialidad, Filología. Desde hace unos años me pregunto por qué no hicimos prácticas durante la carrera, por qué no fuimos realizando durante esos años el Curso de Adaptación Pedagógica, que podía haberse repartido en varias asignaturas optativas, por qué nadie nos explicó que un curso de dirección y administración de empresas podía sernos útil en un futuro, por qué en nuestro expediente no salía reflejado el posible desparpajo a la hora de dar clases de español a extranjeros, por qué, en fin, no nos advirtieron de que si queríamos práctica, debíamos preguntar en el piso de enfrente, y no, desde luego, en el templo de la sabiduría.