29.6.06

O brigado



Michael Andrews. Luces V. El pabellón del malecón

22.6.06

Los dos tercios

Resulta que, según Mariano Rajoy, dos tercios de los ciudadanos catalanes han tenido el sentido común que les ha faltado a los políticos (salvo al PPC, claro). Dos tercios que han demostrado a los dirigentes que su abstención es una reprimenda y que su vida no pasa ni por la nación, ni por la financiación, ni por los aeropuertos, y que este tema de Catalunya les importa un pimiento. Ahora, ¿no podríamos darle la vuelta a la tortilla?. Sólo tres ciudadanos han ido a votar, y de éstos dos han dicho que sí al nuevo estatut. De modo que, siguiendo el silogismo, ¿no sería lícito pensar que a nueve de cada diez ciudadanos de Catalunya le resbala bastante la desmembración de España? No han tomado cartas en el asunto y no han ido a votar para que la unidad de la nación española no se vaya al garete. ¿No esconderán una mentalidad peligrosamente proetarra? Indudablemente, él y su partido deberían reflexionar un poco más sus proclamas, no sea que el doble filo de sus palabras acabe por delatarles. Además, ¿de dónde esa voluntad enfermiza de apoderarse de todo lo que no es suyo? Ya lo han hecho con buena parte de la literatura (y si no, que se lo digan a García Lorca). Ahora resulta que Lluis Llach, que en la web proponía una abstención crítica, milita en las filas del PP. ¿Acabarán invitándole a la calle Génova para que cante L´estaca? Lo mismo hasta resucitan a Bakunin para la ocasión.

20.6.06

Literatura de quiosco

Lo admito. Desde hace algún tiempo consumo literatura de quiosco. No tendría por qué sentirme culpable. Truman Capote animaba a los niños a que sus primeras lecturas fueran éstas, porque había que aprovechar esos años para consumirlas. Para la buena literatura, decía, ya tendrían toda una vida. Sin embargo, debo matizar el enunciado. No se trata de literatura de quiosco, sino de un quiosco en concreto. Lo regenta un tipo bastante extraño, física y emocionalmente. Es andaluz pero ha pasado casi toda la vida en Barcelona. Nadie le conoce por su nombre. Apostaría a que ninguno de los vecinos sabría decirme cómo se llama. Para siempre, será “el gordo”. En realidad, es una persona poco amable. Un vendedor sin espíritu de comerciante, que está porque no queda más remedio, sudando entre periódicos y saludando en contadas ocasiones. Su pequeño negocio está en la franja divisoria que separa el barrio de Sants con Les Corts. Y creo que esa condición de fronterizo le pega bastante bien. Siempre está en ninguna parte, y sin embargo pervive. Allí acudo para conseguir a buen precio libros de Roman Gubern, de Vicente Verdú, de Richard Ford o de Patty Smith. Una de las últimas veces que fui me enseñó una novela que había escrito hace unos años. Prometió dejármela algún día, aunque sospecho que no leeré más que la primera página y el epílogo, un listado de ciudades donde había vivido y donde además hizo el intento de presentarla. Ignoro si ha ido a parar a manos de algún amigo. A decir verdad, no creo que su circulo de amistades vaya más allá de su mujer y su quiosco. Más de dos días sin verle, te priva de su saludo. De hecho, puedo imaginar que no le haría ninguna gracia que se hable de él, ni en internet ni en el barrio. Y menos de su quiosco, una excéntrica librería que hace convivir publicaciones eróticas con pequeñas joyas de la literatura universal. Perdón, de la pornografía y la literatura de quiosco.

13.6.06

Llegué a Czeslaw Milosz a través de Javier Morales (en realidad, no es la primera vez que acierta en sus recomendaciones: buena parte de mis preferencias literarias se han ido fraguando a partir de sus comentarios y, tiempo al tiempo, también de sus narraciones). Me bastaron un par de poemas para hacerme con su antología poética, publicada recientemente en catalán a cargo de Xavier Farré, al que, por cierto, premiaron por la traducción. Lleva el elocuente título de Travessant fronteres. Como aún no hay nada publicado en castellano hice el experimento (no cabe otro sustantivo) de traducirlo yo mismo. Al hacerlo, descubrí no al mejor escritor, sino al poeta que mejor ha leído en clave poética la Historia. Publicar algún poema en Elca no es cuestión de elegir con más o menos acierto, sino en toda una necesidad para que la isla siga flotando.

Nunca de ti, ciudad
Nunca de ti, ciudad, he podido marchar,
La milla era larga pero yo regresaba como una pieza de ajedrez,
Me escapaba por la tierra, que cada vez giraba más rápido,
Pero siempre estaba allí: con libros en la bolsa de lino,
Embelesado en el altiplano marrón, detrás de las torres de San Jaime,
Donde se mueven un tiovivo diminuto y un hombre diminuto en un surco,
Evidentemente sin vida desde hace tiempo.
Sí, es verdad, ninguno comprendió ni la sociedad ni la ciudad,
Los cines Lux y Helios, los rótulos de Halpern y Segal,
El paseo Swietojerska llamado Mickiewicz.
No, ninguno la comprendió. Ninguno salió de allí.
Pero si la vida se consumiera en la sola esperanza
De que algún día no hubiera más que rigor y transparencia,
Entonces, muy a menudo, nos llegaría el desconsuelo.


Secretarios
Soy solamente el servidor de una cosa invisible
Que me es dictada, a mí, y a otros pocos.
Secretarios, no nos conocemos, vamos por la tierra
Sin entender gran cosa. Comenzamos en la mitad de una frase,
Interrumpen otras antes del punto. Sin embargo, nos es indiferente
El resultado final, porque ninguno de nosotros lo leerá.


Portal
Estoy en un portal esculpido en piedra,
Al sol, en la frontera de la luz y la sombra,
tranquilo. Pienso aliviado: esto perdurará
Cuando se extinga el cuerpo frágil y no quede nadie.
Toco el muro granulado. Me sorprende comprobar
Que acepto con facilidad la propia desaparición.
Pero no me tendría que sorprender. ¿Qué tengo que ver contigo, tierra?
¿Qué me importan tus prados, donde bestias mudas
Pastaban antes del diluvio sin levantar cabeza?
¿Qué me importan tus nacimientos inflexibles?
¿Por qué, entonces, esta melancolía benévola?
¿Es porque la ira no sirve para nada?


Origen
A Jan Lebenstein
Seguro que tenemos mucho en común
Todos nosotros, que hemos crecido en ciudades barrocas
Sin preguntar qué rey fundó la iglesia
Por la que pasábamos cada día, qué princesas vivían en el palacio,
De dónde eran, de qué época, qué los hizo famosos.
Preferíamos jugar a la pelota en medio de los ornamentados pórticos,
Correr al lado de los miradores y las escaleras de mármol.
Después nos fueron más placenteros los bancos, en parques sombríos,
Más que los numerosos ángeles de yeso sobre nuestras cabezas.
Sin embargo, de todo ello nos ha quedado algo: la predilección por la línea
curva,
Las espirales de la contradicción, como llamas,
El abigarrado atuendo de las mujeres con vestidos rasgados,
Para añadir brillo a la danza de los esqueletos.

Palestina, noticia de fondo

Después de ver en titulares la horrible matanza de las familias palestinas en la playa, y la desesperación de una niña que se arrojaba a la arena con más impotencia que rabia, me pareció una frivolidad que los telediarios escogieran como primera noticia el mundial de fútbol. Lástima que uno al que le gusta el deporte tenga que rendirse ante la evidencia radical y dolorosa de una jerarquía tan espeluznante. Sin embargo, si la primera noticia me pareció una frivolidad que deja al desnudo el exiguo sistema de valores occidentales, la elección de la segunda me pareció hasta grotesca: Alcaraz, presidente de la AVT, instando a que un público furioso jadeara en contra del proceso de paz. ¿Hasta cuándo estamos en la obligación de dar alas a quien prefiere un escaño en el Congreso antes que la desarticulación de la violencia?